Más de 420 mil niños y niñas de tres países de la región amazónica se están viendo afectados actualmente por niveles alarmantes de escasez de agua y sequía, según nuevas estimaciones de UNICEF.
Una sequía sin precedentes –que ha sido constante desde el pasado año y ha provocado que los ríos de la cuenca amazónica se encuentren en su nivel más bajo– está afectando gravemente a los niños y niñas y a las comunidades ribereñas e indígenas de Brasil, Colombia y Perú, donde las familias dependen de los ríos para transportar y acceder a alimentos, agua, combustible y suministros médicos básicos, así como para desplazarse a las escuelas.
Como consecuencia, servicios esenciales como la salud, la educación y la protección de la infancia, así como las actividades agrícolas y pesqueras de subsistencia, se están viendo gravemente perturbados en la región, lo que está poniendo en riesgo la vida de estas poblaciones.
“Durante siglos, la Amazonía ha albergado valiosos recursos naturales. Estamos asistiendo a la devastación de un ecosistema vital del que dependen las familias y que está privando a muchos niños y niñas del acceso al agua y a alimentos adecuados, así como a la atención médica y a las escuelas”, ha afirmado la Directora Ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell.
“Para proteger a los niños y las niñas de las generaciones actuales y futuras, debemos mitigar los efectos de las crisis climáticas extremas. La salud de la Amazonía afecta también a la salud de todas las personas del planeta”.
La Amazonía, la selva tropical más extensa y diversa del planeta, abarca nueve países de América del Sur. Solo en la región amazónica de Brasil, más de 1.700 escuelas y 760 centros de salud han cerrado sus puertas o han quedado inaccesibles debido a los bajos niveles de agua. Según una reciente evaluación sobre el terreno realizada por UNICEF en 14 comunidades del sur de la Amazonía brasileña, la mitad de las familias afirmaron que sus hijos no asistían a la escuela a causa de la sequía.
En la Amazonía colombiana, el nivel de los ríos ha descendido hasta el 80%, lo que ha limitado el acceso al agua potable y el suministro de alimentos y ha provocado la suspensión de las clases presenciales en más de 130 escuelas. A su vez, esto ha incrementado el riesgo de que los niños y las niñas sean reclutados, utilizados y explotados por grupos armados no estatales y ha llevado también a un aumento de los casos de infecciones respiratorias, enfermedades diarreicas, paludismo y desnutrición aguda entre los niños y niñas menores de cinco años.
En Perú, la región nororiental de Loreto es la más afectada por la actual sequía, que está poniendo en peligro a comunidades remotas, en su mayoría indígenas y ya vulnerables. De hecho, más de 50 centros de salud han quedado inaccesibles. Por su parte, los incendios forestales –a menudo provocados por la acción humana, pero exacerbados por la sequía de los dos últimos meses– están causando una destrucción y una pérdida de biodiversidad sin precedentes en 22 de las 26 regiones del país y están aumentando también la contaminación atmosférica a nivel local y regional.
La inseguridad alimentaria inducida por la sequía incrementa el riesgo de desnutrición, el retraso del crecimiento, la emaciación e incluso la muerte, especialmente entre los niños y niñas de menos de cinco años. Por su parte, la escasez de agua, agravada por las sequías, puede disminuir el acceso al agua potable y propagar enfermedades infecciosas. Las investigaciones también han demostrado que las mujeres embarazadas que padecen situaciones de sequía tienen más probabilidades de tener bebés con bajo peso al nacer.
UNICEF estima que en los próximos meses se necesitarán 10 millones de dólares para satisfacer las necesidades más urgentes de las comunidades afectadas por la sequía en Brasil, Colombia y Perú, en particular en materia de distribución de agua y otros suministros esenciales, movilización de brigadas de salud y fortalecimiento de la capacidad de adaptación de los sistemas comunitarios y los servicios públicos locales en las comunidades indígenas afectadas.
De cara a la COP29, UNICEF insta a los dirigentes mundiales a que adopten cuatro medidas clave en favor de la infancia y la juventud:
Garantizar que la decisión que contenga las principales conclusiones de la COP29 responda a los excepcionales y desproporcionados efectos que tiene el cambio climático sobre los niños y las niñas.
Garantizar un aumento drástico de la financiación climática en favor de la infancia, incluida la financiación para la adaptación y las pérdidas y daños.
Garantizar que todas las CDN (Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional) 3.0 tengan en cuenta las necesidades de los niños y las niñas y respondan a los impactos desproporcionados del cambio climático sobre la infancia.
Empoderar a los niños, las niñas y los jóvenes para que estén presentes y participen de manera significativa en la toma de decisiones relacionadas con el clima en todos los niveles.
“En todas las partes del mundo, la infancia se enfrenta a las devastadoras consecuencias de las crisis climáticas”, ha añadido Catherine Russell. “Nos encontramos en un momento crítico. Los niños y las niñas deben estar en el centro de las negociaciones sobre el clima”.
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